Soy Pedro y desde hace 7 años me dedico a “destapar cofres de felicidad perdida” y enseñar a otras personas cómo ayudar a los demás a destapar sus cofres.
A través de la siguiente historia vas a saber qué son esos peculiares cofres y vas a descubrir cómo tal vez yo podría ayudarte a sacar felicidad que es posible que tengas guardada… o no. Y cómo podría enseñarte a hacer lo mismo que yo hago… o no.
Si no quieres leer la historia ni escucharla a través del siguiente audio, salta al final de la página donde brevemente digo algo más sobre mí y sobre qué te ofrezco a día de hoy.
“LOS COFRES DE LA FELICIDAD PERDIDA”
Esta es la historia de una chica llamada Martina.
Que ya de adulta, había intentado ser feliz a toda costa.
Pero todavía no lo había conseguido.
De bebé tenía unos curiosos cofres bajo su cunita.
Cofres sin cerradura.
Sin tapa.
Y sin una palanca para ser abiertos.
Eran cofres que pertenecían a su padre…
A su madre…
Y de alguien más de la familia.
Eran cofres de felicidad perdida.
Ya de niña se acercaba a ellos para jugar.
Quería abrirlos para saber qué había dentro, pero no lo conseguía.
Así que los observaba de cerca.
Pero se sentía mal.
Sentía que le hablaban de un sufrimiento.
Y sentía que ella debía hacer algo para calmar ese sufrimiento.
Pero como no le gustaba tener esas malas sensaciones, los guardaba lejos y en alto en su habitación.
Enseguida empezó a recibir más cofres de felicidad perdida.
Estos cofres ya venían a su nombre.
Los recibía tras cada experiencia dolorosa que tenía.
Recibía los más grandes de parte de sus padres.
Recibía cofres de parte de sus hermanos y familiares…
Y ya de adulta recibía de sus amistades…
De sus compañeros de trabajo o estudios…
Y de sus parejas.
Cada vez que volvía a casa tras una experiencia de sufrimiento se encontraba con nuevos cofres.
Y cada vez ocupaban más espacio.
Martina no podía disfrutar de esas porciones de felicidad perdida.
Pero al menos no se perdían.
Esos trocitos de felicidad se quedaban encerrados en los cofres a la espera de ser recuperados.
Ella trataba de abrirlos, pero no sabía hacerlo.
Quería recuperar ya su felicidad perdida.
Pero no había manera.
Y le era insoportable pasar apenas unos minutos al lado de cada cofre.
Por lo tanto, los guardaba.
Los acumulaba lo más lejos posible.
No quería tirarlos, porque si lo hacía, nunca podría recuperar esas porciones de felicidad.
Pero tenía que hacer algo para no sentir el sufrimiento que emanaba de ellos.
Los había encerrado en habitaciones ya casi olvidadas.
Pero seguía recibiendo más y más.
Así que ideó algo para minimizar el sufrimiento.
Decidió cubrirlos con algo.
Había descubierto que había 5 tipos de cofres.
Con unos, sentía rechazo, repulsión.
Con otros sentía una profunda soledad y tristeza.
Otros, le hacían sentir algo así como vergüenza.
Un cuarto tipo eran aquellos que le provocaban desconfianza, amenaza.
Y luego estaban los que le hacían sentir ira.
Así pues, los cubrió de 5 formas distintas…
Los cofres de rechazo, los cubría con aceite, para resbalar y alejarse rápido de ellos.
Los cofres de soledad y tristeza, los cubría con miel, para compensar con algo de dulzura.
Los de vergüenza, los cubría con espejos colocados del revés, para no mirarse a sí misma.
A los de desconfianza, les ponía cadenas y candados, porque no se fiaba de ellos.
Y a los de ira, les ponía hielo, para contenerse y no sentir.
No recuperaba su felicidad de esta forma.
Pero al menos podía seguir adelante con su vida.
Sin embargo, llegó un punto en el que se desbordó con tanto cofre.
Tenía la casa llena y los nuevos ya tuvieron que ir al jardín.
Y se enfermó.
Al percatarse de que el exceso de cofres le había enfermado, pidió ayuda a su amiga Sofía.
Sofía había estado muy enferma.
Y había conseguido sanarse de forma maravillosa.
Al hablar con Sofía, Martina se quedó impactada.
Porque le había ocurrido exactamente lo mismo que a ella.
Incluso había cubierto sus cofres de la misma forma.
Pero al desbordarse, tuvo que tomar cartas en el asunto.
Sofía encontró la fábrica de los cofres y les pidió ayuda.
Y le enviaron a un empleado a casa para que los revisara.
Ese empleado le explicó que, tristemente, era habitual esta situación.
Y le ayudó a abrir sus cofres.
Le ayudó a liberar su felicidad perdida.
Al estar los cofres tanto tiempo sin haber sido abiertos, Sofía necesitó del apoyo de este empleado.
Porque le era muy duro el enfrentarse al rechazo, al abandono, al dolor…
Y con dos sencillas técnicas, y sin tocarlos en ningún momento, este chico acompañó a Sofía a ir abriendo sus cofres.
Resulta que no hacía falta llave.
Ni levantar una tapa.
Ni tocar una palanca.
Sólo era necesario liberar de raíz esas emociones bloqueadas que sentía.
Hacía falta sentir ese sufrimiento con valentía durante unos minutos.
Que con ayuda del empleado se hacía muy fácil y muy rápido.
Y por último, se añadían unas dosis de amor.
Entonces, como mágicamente, los cofres se desintegraban.
Y dentro aparecía un polvo de estrellas brillantes.
Que se fundía con el aire.
Que se repartía por toda la casa.
Sin ocupar espacio.
Aparecía… la felicidad perdida.
Y no sólo eso.
Sino que tras abrir los cofres que iban a nombre de Sofía, el empleado volvió a los 7 días.
Para abrir entonces los primeros cofres que ya tenía de bebé.
En esos cofres, el acompañamiento del empleado era más vital todavía.
Porque en ellos había felicidad perdida del papá y mamá de Sofía.
Y de algún antepasado más.
Al hacer la operación con estos cofres, es cuando ella realmente se sintió liberada.
Es cuando sintió que podía elegir en su vida.
Que no tenía por qué hacer lo mismo que mamá para aliviar su peso.
Ni lo contrario de mamá.
Ni consolar a papá.
Ni a ningún antepasado.
Ya podía asumir su felicidad.
Y asumir su libertad para elegir lo que de verdad quería en la vida.
Y ser ella misma por fin.
Martina, al escuchar la historia de Sofía, quiso contactar al empleado de la fábrica.
Y Sofía le dijo que este chico, no sólo le ayudaría a recuperar su felicidad perdida.
Sino que le enseñaría a poder ayudar a otros a abrir sus cofres.
Porque había mucha demanda y necesidad.
Y había que recuperar la felicidad de las personas cuanto antes.
Se llama Pedro Gea Martínez -le dijo Sofía a Martina.
Tal vez sea de los mejores ayudando a abrir cofres de felicidad…
Él pasó mucho tiempo como nosotras sin poder abrir los suyos…
Y movió cielo y tierra para aprender a abrirlos diseñando su propio método.
El Método se llama Árboles Cuánticos.
Y para aplicar ese método lo han contratado en la fábrica de cofres.
Porque la felicidad no debe esperar.
Y todos debemos recuperar la nuestra cuanto antes.
Bueno.
Pues aquí estoy de vuelta tras la historia de Martina y Sofía.
Soy Pedro Gea Martínez.
Y sobre todo gracias a los cofres que me regalaron mis padres, me dedico a ayudar a las personas a destapar los suyos y a enseñar a otros cómo aprender a hacer lo mismo que yo.
Y es que eliminando con rapidez y suavidad energía y emociones bloqueadas de:
- Vivencias traumáticas del pasado
- De situaciones de mucho estrés del presente
- De miedos respecto al futuro
- E incluso bloqueos en el vientre materno y en antepasados
… LIBERAMOS FELICIDAD Y ENERGÍA VITAL que sustituye a esos bloqueos y a esa energía congelada.
TE AYUDO CON CUALQUIER PROBLEMA DE VIDA, DE RELACIONES O FÍSICO. Lo que hago es liberar con la máxima rapidez y a distancia la emocionalidad bloqueada alrededor del problema para que sea mucho más fácil que ocurra la solución, y para que funcione mejor cualquier estrategia que estés usando aparte o cualquier ayuda que estés recibiendo para conseguir dicha solución.
Si quieres saber si puedo ayudarte de alguna forma, lo mismo te conviene contactar conmigo directamente, hablamos sobre qué deseas, te digo qué puedohacer por ti, tratamos de persona a persona y así te evitas dar vueltas innecesarias por mi web.
Me puedes contactar a través del siguiente FORMULARIO DE CONTACTO o directamente si pulsas los iconos de WhatsApp o Telegram.
Así vemos si lo que te viene bien es:
- Una sesión individual
- O empezar a formarte en la técnica con el CURSO BARRIDO AC (Barridos Básicos y Avanzados)
- O con el CURSO AC-1 (Navegación Básica y Barridos Básicos)
- O si yo no te puedo ayudar, tal vez conozca a alguien que sepa más que yo y sí que pueda hacerlo.
Abrir tus cofres puede ser algo fastidioso, lo reconozco.
Y ayudar a otros con los suyos puede ser algo laborioso.
Pero eso sí, todo tiene una gran recompensa, que es…
¡RECUPERAR FELICIDAD PERDIDA!
¿Te animas?
Soy Pedro y desde hace 7 años me dedico a “destapar cofres de felicidad perdida” y enseñar a otras personas cómo ayudar a los demás a destapar sus cofres.
A través de la siguiente historia vas a saber qué son esos peculiares cofres y vas a descubrir cómo tal vez yo podría ayudarte a sacar felicidad que es posible que tengas guardada… o no. Y cómo podría enseñarte a hacer lo mismo que yo hago… o no.
Si no quieres leer la historia ni escucharla a través del siguiente audio, salta al final de la página donde brevemente digo algo más sobre mí y sobre qué te ofrezco a día de hoy.
“LOS COFRES DE LA FELICIDAD PERDIDA”
Esta es la historia de una chica llamada Martina.
Que ya de adulta, había intentado ser feliz a toda costa.
Pero todavía no lo había conseguido.
De bebé tenía unos curiosos cofres bajo su cunita.
Cofres sin cerradura.
Sin tapa.
Y sin una palanca para ser abiertos.
Eran cofres que pertenecían a su padre…
A su madre…
Y de alguien más de la familia.
Eran cofres de felicidad perdida.
Ya de niña se acercaba a ellos para jugar.
Quería abrirlos para saber qué había dentro, pero no lo conseguía.
Así que los observaba de cerca.
Pero se sentía mal.
Sentía que le hablaban de un sufrimiento.
Y sentía que ella debía hacer algo para calmar ese sufrimiento.
Pero como no le gustaba tener esas malas sensaciones, los guardaba lejos y en alto en su habitación.
Enseguida empezó a recibir más cofres de felicidad perdida.
Estos cofres ya venían a su nombre.
Los recibía tras cada experiencia dolorosa que tenía.
Recibía los más grandes de parte de sus padres.
Recibía cofres de parte de sus hermanos y familiares…
Y ya de adulta recibía de sus amistades…
De sus compañeros de trabajo o estudios…
Y de sus parejas.
Cada vez que volvía a casa tras una experiencia de sufrimiento se encontraba con nuevos cofres.
Y cada vez ocupaban más espacio.
Martina no podía disfrutar de esas porciones de felicidad perdida.
Pero al menos no se perdían.
Esos trocitos de felicidad se quedaban encerrados en los cofres a la espera de ser recuperados.
Ella trataba de abrirlos, pero no sabía hacerlo.
Quería recuperar ya su felicidad perdida.
Pero no había manera.
Y le era insoportable pasar apenas unos minutos al lado de cada cofre.
Por lo tanto, los guardaba.
Los acumulaba lo más lejos posible.
No quería tirarlos, porque si lo hacía, nunca podría recuperar esas porciones de felicidad.
Pero tenía que hacer algo para no sentir el sufrimiento que emanaba de ellos.
Los había encerrado en habitaciones ya casi olvidadas.
Pero seguía recibiendo más y más.
Así que ideó algo para minimizar el sufrimiento.
Decidió cubrirlos con algo.
Había descubierto que había 5 tipos de cofres.
Con unos, sentía rechazo, repulsión.
Con otros sentía una profunda soledad y tristeza.
Otros, le hacían sentir algo así como vergüenza.
Un cuarto tipo eran aquellos que le provocaban desconfianza, amenaza.
Y luego estaban los que le hacían sentir ira.
Así pues, los cubrió de 5 formas distintas…
Los cofres de rechazo, los cubría con aceite, para resbalar y alejarse rápido de ellos.
Los cofres de soledad y tristeza, los cubría con miel, para compensar con algo de dulzura.
Los de vergüenza, los cubría con espejos colocados del revés, para no mirarse a sí misma.
A los de desconfianza, les ponía cadenas y candados, porque no se fiaba de ellos.
Y a los de ira, les ponía hielo, para contenerse y no sentir.
No recuperaba su felicidad de esta forma.
Pero al menos podía seguir adelante con su vida.
Sin embargo, llegó un punto en el que se desbordó con tanto cofre.
Tenía la casa llena y los nuevos ya tuvieron que ir al jardín.
Y se enfermó.
Al percatarse de que el exceso de cofres le había enfermado, pidió ayuda a su amiga Sofía.
Sofía había estado muy enferma.
Y había conseguido sanarse de forma maravillosa.
Al hablar con Sofía, Martina se quedó impactada.
Porque le había ocurrido exactamente lo mismo que a ella.
Incluso había cubierto sus cofres de la misma forma.
Pero al desbordarse, tuvo que tomar cartas en el asunto.
Sofía encontró la fábrica de los cofres y les pidió ayuda.
Y le enviaron a un empleado a casa para que los revisara.
Ese empleado le explicó que, tristemente, era habitual esta situación.
Y le ayudó a abrir sus cofres.
Le ayudó a liberar su felicidad perdida.
Al estar los cofres tanto tiempo sin haber sido abiertos, Sofía necesitó del apoyo de este empleado.
Porque le era muy duro el enfrentarse al rechazo, al abandono, al dolor…
Y con dos sencillas técnicas, y sin tocarlos en ningún momento, este chico acompañó a Sofía a ir abriendo sus cofres.
Resulta que no hacía falta llave.
Ni levantar una tapa.
Ni tocar una palanca.
Sólo era necesario liberar de raíz esas emociones bloqueadas que sentía.
Hacía falta sentir ese sufrimiento con valentía durante unos minutos.
Que con ayuda del empleado se hacía muy fácil y muy rápido.
Y por último, se añadían unas dosis de amor.
Entonces, como mágicamente, los cofres se desintegraban.
Y dentro aparecía un polvo de estrellas brillantes.
Que se fundía con el aire.
Que se repartía por toda la casa.
Sin ocupar espacio.
Aparecía… la felicidad perdida.
Y no sólo eso.
Sino que tras abrir los cofres que iban a nombre de Sofía, el empleado volvió a los 7 días.
Para abrir entonces los primeros cofres que ya tenía de bebé.
En esos cofres, el acompañamiento del empleado era más vital todavía.
Porque en ellos había felicidad perdida del papá y mamá de Sofía.
Y de algún antepasado más.
Al hacer la operación con estos cofres, es cuando ella realmente se sintió liberada.
Es cuando sintió que podía elegir en su vida.
Que no tenía por qué hacer lo mismo que mamá para aliviar su peso.
Ni lo contrario de mamá.
Ni consolar a papá.
Ni a ningún antepasado.
Ya podía asumir su felicidad.
Y asumir su libertad para elegir lo que de verdad quería en la vida.
Y ser ella misma por fin.
Martina, al escuchar la historia de Sofía, quiso contactar al empleado de la fábrica.
Y Sofía le dijo que este chico, no sólo le ayudaría a recuperar su felicidad perdida.
Sino que le enseñaría a poder ayudar a otros a abrir sus cofres.
Porque había mucha demanda y necesidad.
Y había que recuperar la felicidad de las personas cuanto antes.
Se llama Pedro Gea Martínez -le dijo Sofía a Martina.
Tal vez sea de los mejores ayudando a abrir cofres de felicidad…
Él pasó mucho tiempo como nosotras sin poder abrir los suyos…
Y movió cielo y tierra para aprender a abrirlos diseñando su propio método.
El Método se llama Árboles Cuánticos.
Y para aplicar ese método lo han contratado en la fábrica de cofres.
Porque la felicidad no debe esperar.
Y todos debemos recuperar la nuestra cuanto antes.
Bueno.
Pues aquí estoy de vuelta tras la historia de Martina y Sofía.
Soy Pedro Gea Martínez.
Y sobre todo gracias a los cofres que me regalaron mis padres, me dedico a ayudar a las personas a destapar los suyos y a enseñar a otros cómo aprender a hacer lo mismo que yo.
Y es que eliminando con rapidez y suavidad energía y emociones bloqueadas de:
- Vivencias traumáticas del pasado
- De situaciones de mucho estrés del presente
- De miedos respecto al futuro
- E incluso bloqueos en el vientre materno y en antepasados
… LIBERAMOS FELICIDAD Y ENERGÍA VITAL que sustituye a esos bloqueos y a esa energía congelada.
TE AYUDO CON CUALQUIER PROBLEMA DE VIDA, DE RELACIONES O FÍSICO. Lo que hago es liberar con la máxima rapidez y a distancia la emocionalidad bloqueada alrededor del problema para que sea mucho más fácil que ocurra la solución, y para que funcione mejor cualquier estrategia que estés usando aparte o cualquier ayuda que estés recibiendo para conseguir dicha solución.
Si quieres saber si puedo ayudarte de alguna forma, lo mismo te conviene contactar conmigo directamente, hablamos sobre qué deseas, te digo qué puedohacer por ti, tratamos de persona a persona y así te evitas dar vueltas innecesarias por mi web.
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Así vemos si lo que te viene bien es:
- Una sesión individual
- O empezar a formarte en la técnica con el CURSO BARRIDO AC (Barridos Básicos y Avanzados)
- O con el CURSO AC-1 (Navegación Básica y Barridos Básicos)
- O si yo no te puedo ayudar, tal vez conozca a alguien que sepa más que yo y sí que pueda hacerlo.
Abrir tus cofres puede ser algo fastidioso, lo reconozco.
Y ayudar a otros con los suyos puede ser algo laborioso.
Pero eso sí, todo tiene una gran recompensa, que es…
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